La histórica derrota de la izquierda boliviana tras 20 años en el poder: “La drástica división fue como una pala de tierra sobre el ataúd”
Tras casi 20 años en el poder, el izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS) sufrió una derrota histórica en las urnas, según los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE) del país.
Completamente dividido entre los grupos políticos del expresidente Evo Morales y el actual presidente Luis Arce, el partido obtuvo el 3,2% de los votos con Eduardo del Castillo. El candidato de izquierda mejor posicionado fue Andrónico Rodríguez, con el 8,15%.
Así, la inédita segunda vuelta en el país andino será entre el senador Rodrigo Paz Pereira (Partido Demócrata Cristiano) y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (Alianza Libre).
Considerada centrista, Paz Pereira obtuvo el 32,08% de los votos, frente al 26,94% de Tuto, quien se alinea más con la derecha conservadora. Ambos se enfrentarán el 19 de octubre.
Con este resultado, Bolivia pone fin al ciclo exitoso del movimiento liderado por Evo Morales, que provocó profundas transformaciones en uno de los países más pobres de América del Sur.
En la década de 2010, el país creció a un promedio de 5% anual, impulsado por los ingresos provenientes de las exportaciones de gas natural, especialmente a Brasil y Argentina.
Pero esos años de auge han terminado, y su recuerdo ya no parece ser suficiente para los votantes de 2025, que se enfrentan a una crisis económica con una inflación máxima y escasez de dólares.
Es como si se hubiera producido una "autodestrucción", resume el periodista y escritor boliviano Fernando Molina, autor de libros como "Las cuatro crisis. Historia económica contemporánea de Bolivia".
"Esta drástica división entre los dos grupos fue como echar una pala de tierra al ataúd", afirma.
Por un lado, Evo, la figura más importante de la política boliviana de este siglo, instó a la población a votar en blanco o nulo, en protesta por su prohibición de presentarse a otras elecciones, tras un fallo del Tribunal Superior Electoral.
Evo fue elegido en 2005, haciendo historia como el primer líder de origen indígena en llegar al poder en el país con mayor población indígena de la región. Fue reelegido en 2009 y 2014, tras reformas constitucionales que le permitieron mantenerse en el poder.
En las elecciones de 2019, tras un referéndum, Evo no pudo postularse a un nuevo mandato, algo que se revirtió en una controvertida decisión judicial posterior.
Ganó las reñidas elecciones, pero abandonó el país después de que las Fuerzas Armadas se rebelaran contra su gobierno. Sus partidarios siempre han hablado de un golpe de Estado, que llevó a la senadora Jeanine Áñez al poder por poco menos de un año; hoy está condenada y encarcelada.
Del otro lado del MAS se encontraba el presidente Luis Arce, el candidato apoyado por Evo en 2020 y ganador de las elecciones convocadas ese año. Tres años después, ambos se separaron definitivamente y desde entonces se han convertido en rivales que compiten por el liderazgo del partido.
Arce es extremadamente impopular, según las encuestas, dada la crisis económica de Bolivia, tanto que ni siquiera se presentó a la reelección. Su candidato (y el del MAS) fue Castilho, ministro del gobierno, quien apenas obtuvo más del 3% de los votos.
Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y ex protegido político de Evo Morales, no fue mucho más lejos.
El MAS es un partido nacionalista que siempre ha defendido la nacionalización y nacionalización de los recursos naturales dentro de Bolivia, quedándose sobre todo con las rentas provenientes de la extracción de gas y minerales.
Este movimiento durante el auge de las materias primas permitió al gobierno boliviano invertir a lo largo de los años en proyectos de infraestructura, distribución del ingreso y subsidios a la población.
Durante los años de Evo en el poder (2006-2019), el país se caracterizó por su crecimiento sostenido, estabilidad y capacidad para contener la inflación. Algunos incluso lo llamaron "el milagro económico boliviano".
Arce era el ministro de Hacienda y, por lo tanto, el elegido por Evo para seguir su proyecto.
Pero este modelo mostró sus fallas, especialmente a partir de marzo de 2023, cuando se hizo evidente una grave escasez de dólares en las reservas del país y comenzaron a formarse largas filas de ciudadanos en las calles intentando obtener divisas. Esto abrió las puertas a un mercado paralelo.
Toda la atención se centró en las reservas de gas, que, al mismo tiempo, no fueron atendidas. No se invirtió lo suficiente para garantizar que el gas siguiera alimentando el modelo del MAS. Por lo tanto, fue una crisis enorme para la izquierda, porque reivindica, digamos, a quienes la criticaron durante décadas», afirma el escritor y periodista Fernando Molina.
Además de agotar las reservas, Bolivia vio a sus dos principales compradores, Brasil y Argentina, adoptar nuevas estrategias de suministro de gas.
En la década del 2000, los envíos bolivianos representaban aproximadamente el 50% del consumo de gas natural de Brasil; hoy, representan alrededor del 20%. El récord de exportación del país se alcanzó en 2014. Desde entonces, el flujo ha disminuido y la balanza comercial de Bolivia se ha vuelto significativamente deficitaria, lo que ha provocado una escasez de dólares.
Las exportaciones de hidrocarburos en su conjunto se desplomaron de 6.600 millones de dólares en 2014 a 2.000 millones de dólares en 2023.
En el caso de Brasil, el país comenzó a extraer gas de la capa presal y empezó a importar GNL por vía marítima, con la construcción de terminales de regasificación en los puertos.
Argentina ha estado invirtiendo en la producción de gas de esquisto de la reserva Vaca Muerta en la Patagonia, que se transporta al resto del país a través de un ducto.
Para la politóloga boliviana Moira Zuazo, ante el conocimiento del descenso de la producción y exportación de gas, el MAS no promovió un debate interno para superar el problema de la dependencia del recurso natural.
"Ya se sabía, desde 2010 o 2011, que el gas se estaba agotando, que el subsidio al precio de los hidrocarburos no solo era insostenible, sino que eventualmente se eliminaría gradualmente. Esto ya se sabía, pero no hubo debate", afirma el investigador asociado de la Universidad Libre de Berlín.
"Hoy en día, ya no se trata solo de falta de recursos para redistribuir. Se ha instalado un panorama de absoluta incertidumbre económica, y la gente se enfrenta a una falta de perspectiva, de futuro", añade Zuazo.
Todo este escenario ha provocado inestabilidad económica -y política- en Bolivia en los últimos años.
En un intento por mantener su programa social y económico, el gobierno de Luis Arce comenzó a utilizar las reservas oficiales de dólares, que cayeron de US$15.000 millones en 2015 a US$1.900 millones a fines de 2024.
En el plano político, la división del MAS se hizo evidente en septiembre de 2023, cuando Evo Morales anunció su candidatura presidencial para las elecciones de 2025, desafiando abiertamente a Arce, quien esperaba buscar la reelección.
“En el momento en que Evo Morales ya no logra aglutinar a todos —porque por la historia y los mecanismos democráticos tiene que cederle el paso a Arce— se forman casi inmediatamente dos partidos: el de Arce y el de Evo”, explica Fernando Molina.
La crisis en Bolivia ha provocado escasez de combustible; en la foto, camiones esperan en fila para repostar en Viacha, cerca de La Paz en 2025 — Foto: Jorge Mateo Romay Salinas/Anadolu vía Getty Images/BBC
Los dos incluso se han distanciado ideológicamente, especialmente por el futuro de las reservas de litio del país, una de las mayores del mundo.
Evo Morales aboga por la nacionalización de las reservas y un estricto control estatal sobre la extracción de minerales esenciales para la fabricación de baterías.
Arce viene impulsando un modelo de industrialización vinculado al Estado, pero con apertura a alianzas internacionales estratégicas con tecnología extranjera, como la rusa y la china.
Para Molina, esto se ve agravado por una historia de política altamente personalista en Bolivia. En otras palabras, incluso antes de ser seguidores de una institución, un partido o una idea, los activistas siguen a una persona. En este caso, especialmente a Evo.
"El MAS no debatió el gran tema de la sucesión. Y eso implosionó al MAS", coincide la politóloga Moira Zuazo.
Evo Morales, por ejemplo, prefirió pedir votos en blanco antes que apoyo para Andrónico Rodríguez, lo que provocó que la candidatura de izquierda se desvaneciera.
"Si no hay un bloque del MAS, es decir, un bloque Andrónico, en la Asamblea, los enemigos de Morales podrán hacer lo que quieran. Entonces, ¿por qué hace esto? Por su personalismo, su culto a la personalidad", añade Molina.
Pero, para el escritor y periodista, además de la ruptura interna al interior del MAS, también es necesario considerar el crecimiento global de la derecha.
En segunda vuelta, Jorge ‘Tuto’ Quiroga es considerado parte de una derecha tradicional en el país.
Por lo tanto, no es un outsider ni un político de derecha radical en rápido ascenso, algo que se vio, por ejemplo, con la elección de Javier Milei en Argentina y, en cierta medida, de Jair Bolsonaro en Brasil.
Samuel Doria Medina, veterano candidato presidencial famoso por ser dueño de restaurantes de comida rápida como Burger King, tampoco tiene este perfil. Medina lideró las encuestas durante la campaña, pero quedó tercero con el 19,93%.
Aún así, la derecha global, ahora liderada por Donald Trump en EE.UU., también está presente en estas elecciones bolivianas, dice Fernando Molina.
Dice que en la región de Santa Cruz de La Sierra, centro económico del país, polo agroindustrial y cercano a la frontera con Brasil, hay influencia de la derecha brasileña.
“Hay quienes se dicen bolsonaristas en la zona este del país, con influencia en algunos partidos”, dice Molina.
La elección de Milei en Argentina y su exitoso control de la inflación han sido utilizados como una carta de triunfo de la derecha también en la campaña boliviana.
"Todo esto ha devuelto algo de confianza a los sectores más conservadores", comenta Molina.
Pero también hay coincidencias históricas que ocurren simultáneamente. Porque, junto con el giro a la derecha, llega en Bolivia el cansancio de un gobierno de 20 años.
A pesar de la influencia de los movimientos de derecha globales, los candidatos de este campo político en Bolivia están, en teoría, más lejos del extremismo que Bolsonaro o Milei.
Para Moira Zuazo, esto se explica en parte porque las transformaciones y avances de los años de boom de Evo en Bolivia fueron tan fuertes que ya no hay “vuelta atrás”.
“Lo que se logró en materia de inclusión con la nueva Constitución, en materia de inclusión, no hay vuelta atrás”, afirma el investigador.
Fernando Molina también sostiene que la élite boliviana es diferente a la brasileña o argentina.
"Es una élite más oligárquica, menos conectada con los flujos internacionales, menos cosmopolita. Nuestra economía es más introspectiva y nunca aprendió las ideas del libertarismo. Por lo tanto, es una élite conservadora tradicional", afirma.
También es una élite que depende en gran medida del Estado para su riqueza, en comparación con otros países. Por lo tanto, una élite antiestatal iría en contra de sus propios intereses.
Ideológicamente, el candidato Tuto Quiroga se sitúa más a la derecha, según los analistas. Representa a partidos tradicionales de derecha y tiene vínculos con líderes militares que gobernaron el país.
Quiroga asumió la presidencia en 2001, tras la renuncia del entonces presidente Hugo Banzer por problemas de salud. Banzer había sido dictador en la década de 1970 y fue elegido democráticamente en 1997.
Samuel Doria Medina, exministro de la década de 1990, se considera más centrista debido a su trayectoria socialdemócrata. Es miembro de la Internacional Socialista en Bolivia, organización que reúne a partidos obreros y socialdemócratas; en Brasil, el PDT de Ciro Gomes está afiliado a la organización.
Durante la campaña, en un giro más a la derecha que sus orígenes, Doria Medina contó con el apoyo directo de Luiz Camacho, exgobernador de Santa Cruz, detenido acusado de ser uno de los líderes del golpe de Estado contra Evo Morales en 2019. Es considerado un factor radicalizador de la candidatura ahora derrotada de Doria Medina, explica Molina.
El empresario también recibió el apoyo del empresario Marcelo Claure, quien se convirtió en uno de los centros de conversación en estas elecciones por su intento de movilizar el debate electoral en una campaña contra el MAS.
Medina es considerado la persona más rica de Bolivia, a pesar de haber amasado su fortuna en Estados Unidos. Claure es el vicepresidente ejecutivo global de la cadena minorista china Shein y propietario del Club Bolívar, uno de los equipos de fútbol más populares del país.
"Por primera vez en la historia, si no hay fraude, el voto nulo será el más votado", dijo Morales tras votar este domingo en la región cocalera del Chapare, protegido por sus partidarios, informó la agencia de noticias AFP.
El expresidente es objeto de una orden de captura en una investigación que lo acusa de abusar de una menor, con quien supuestamente tuvo un hijo en 2016. Dice que se trata de un caso de persecución.
No había policías en el lugar, según la agencia.
La politóloga Moira Zuazo dice que la situación en el Chapare necesitará ser debatida regionalmente en América Latina después de las elecciones.
“En este momento se ve un estado con un vacío enorme, que es el Chapare, donde nadie hace campaña, donde la policía se ha ido”, afirma.
Para Fernando Molina, la situación de Evo refleja otros momentos de la turbulenta historia de la policía boliviana.
“Siempre que un líder de gran importancia es eclipsado, ocurren las cosas que están sucediendo ahora, con mucha fragmentación e incertidumbre”, afirma.
Pero ¿tendría Evo Morales, un político hoy rechazado por la mayoría de los bolivianos, la fuerza para volver al centro del debate político?
Para Zuazo, es prematuro decir que Evo y el MAS son historia. El investigador cree que la actual caída podría ser una oportunidad para que el movimiento se reconstruya de una manera más democrática y pluralista.
Para Molina, la crisis económica boliviana será difícil de resolver para el nuevo gobierno y esto podría abrir espacio nuevamente para Evo.
"Si es muy difícil resolver la crisis, habrá mucho malestar, mucho empobrecimiento, mucha pérdida de derechos. En última instancia, Evo Morales puede canalizar esto, y ya se está preparando para ello", afirma.
Los votantes bolivianos acudieron este domingo a las urnas para elegir nuevo presidente.
Globo